El don eucarístico debe impulsar a todos los fieles a vivir como Cristo, a caminar en la luz de la verdad y no deambular en las tinieblas del pecado, la ignorancia e indiferencia, dijo el cardenal Wilton Gregory, arzobispo de Washington, durante la misa matinal celebrada en el Lucas Oil Stadium, Indianápolis (IN), el 19 de julio, en el marco del X Congreso Eucarístico Nacional.
Señaló que a partir de la creencia en la presencia eucarística de Cristo se deben fomentar las formas y actos más elevados de caridad, de justicia social y un genuino acercamiento compasivo hacia los pobres y los abandonados.
“Sigamos la luz que proviene de la fe y el brillo que surge como respuesta a esa fe. Nadie debería seguir deambulando en las tinieblas del pecado, la ignorancia y la indiferencia. Muchos de ustedes llegaron a este Congreso Eucarístico habiendo caminado con la presencia del Santísimo sacramento por vuestros barrios como peregrinos, oremos para renovar nuestro amor, conciencia y respeto por este regalo especial”, manifestó el cardenal Gregory ante miles de peregrinos, cientos de sacerdotes, cerca de 100 obispos y varios cardenales reunidos en el Lucas Oil Stadium.
Agregó que durante las peregrinaciones muchos pudieron observar a personas viviendo en las calles, parques o bajo los puentes, quienes también son un reflejo genuino de Cristo. “Recuerden, los momentos de adoración más prolongados y profundos serán inadecuados, a menos, que nos orienten a obras de bondad hacia los demás”.
Durante su homilía puntualizó que “llevar al Cristo Eucarístico a través de algunas de las zonas deprimidas de nuestra nación también fue una dimensión importante del viaje que trajo a muchos de nosotros a este lugar en Indianápolis”.
Finalmente indicó que, así como Dios acompañó a su pueblo durante su tiempo en el desierto, Cristo nunca nos dejará mientras viajamos con Él como Sacramento y meta final. “La obra de Dios de separar la luz de las tinieblas tiene a Cristo como triunfo final y culminación de esa tarea iniciada en esos primeros momentos de la creación”.
En el X Congreso Eucarístico Nacional la familia católica se reúne para experimentar una profunda renovación personal a través del poder del amor de Cristo. Es como un nuevo Pentecostés, una transformación que fluirá desde Indianápolis para traer el renacimiento a nuestras comunidades mientras la Iglesia vuelve a su primer amor, la fuente y la cumbre de nuestra fe.
Para más información visitar la página web: https://es.eucharisticcongress.org/schedule.
Indulgencia plenaria
Al igual que los asistentes al congreso, los católicos que vean o escuchen el X Congreso Eucarístico Nacional podrán recibir la bendición apostólica del papa Francisco con indulgencia plenaria.
El decreto de la Santa Sede para la bendición papal con indulgencia plenaria para el Congreso Eucarístico Nacional faculta a un prelado eclesiástico a impartirla, tras la misa, a los fieles participantes en el congreso. Para recibirla, los católicos deben estar verdaderamente arrepentidos de sus pecados, estar motivados por la caridad y cumplir las condiciones habituales de confesión sacramental, comunión y oración por las intenciones del Santo Padre.
Sin embargo, los católicos que “por circunstancias razonables y con piadosa intención” no puedan estar físicamente en el congreso también podrán recibir la indulgencia si han participado en la misa y recibido la bendición a través de los medios de comunicación, según el decreto.
Según el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, “las indulgencias son la remisión ante Dios de la pena temporal debida a los pecados cuya culpa ya ha sido perdonada. El fiel cristiano debidamente dispuesto obtiene la indulgencia en las condiciones prescritas, ya sea para sí mismo o para el difunto. Las indulgencias se conceden por ministerio de la Iglesia que, como dispensadora de la gracia de la redención, distribuye el tesoro de los méritos de Cristo y de los Santos”.
El congreso da comienzo al tercer y último año del Avivamiento Eucarístico Nacional, el Año de la Misión, en el que se invita a los católicos a acompañar a los católicos que ya no practican la fe a volver a la Iglesia, y a profundizar en su comprensión de lo que la Eucaristía exige de sus propias vidas.
