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El consenso mundial frente a la crisis de la capa de ozono, un ejemplo para afrontar la crisis climática

Las partículas de humo de los incendios forestales australianos ampliaron el agujero de ozono en un 10% en 2020. EFE/NASA Earth Observatory/Joshua Stevens. Imagen editada por MIT News.

La forma en la que el mundo abordó "la crisis de la capa de ozono es un ejemplo esperanzador para actuar ante la crisis climática”, asevera en conversación con verde.com el científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y divulgador, Fernando Valladares.

La preservación de la capa de ozono -que nos protege de las radiaciones ultravioleta- todavía es fundamental en la actualidad: “su adelgazamiento no ha llegado a un nivel de normalidad”, afirma a EFEverde.com el responsable del Área de Clima de Greenpeace, José Luis García.

Científicos y activistas ponen el foco en la interacción que tiene la capa de ozono con la crisis climática: “debido al cambio climático -apunta García- se dan las condiciones físicas para que el adelgazamiento de la capa de ozono aumente, existe este riesgo”.

Aunque los expertos creen que se dan diferencias entre ambas crisis en términos de contexto, ven la necesidad de poner en marcha las soluciones con una mayor velocidad para prevenir las dos a la vez.

Continuar vigilando la capa de ozono

El Protocolo de Montreal se firmó el 16 de septiembre de 1987 y fue un acuerdo global ante la amenaza que algunos productos químicos representaban para la capa de ozono, una barrera natural que protege la Tierra y a los seres vivos que la habitan de los dañinos rayos ultravioleta.

Las sustancias más perjudiciales son los clorofluorocarbonos (CFC), los hidroclorofluorocarbonos (HCFC), los halones, el bromuro de metilo, el metilcloroformo y el tetracloruro de carbono. Estos compuestos, se usan en refrigerantes, aerosoles y otros productos.

“El problema que se dio con el Protocolo de Montreal es que se hizo una lista de sustancias y la industria química comenzó a fabricar otras que también destruían el ozono, se iban añadiendo estas nuevas a la lista y era un bucle interminable. Entonces, tienen que establecerse prohibiciones genéricas: todo aquello que pueda afectar al ozono no se puede fabricar”, detalla García, con ocasión de la conmemoración del Día Internacional de Preservación de la Capa de Ozono

Y recalca: “hay que estar vigilando siempre el problema del ozono, hay que seguir midiendo”.

Según la Comisión Europea, para preservar la capa de ozono necesitamos asegurarnos de que se cumplan las reglas que limitan el uso de sustancias que la dañan, y seguir reduciendo su uso en todo el mundo. Es importante tratar de manera segura los productos que aún contienen estas sustancias y reemplazarlos por opciones que no la afecten. También debemos evitar que se usen de forma ilegal y asegurarnos de que no se inventen nuevos productos o tecnologías que puedan dañar la capa de ozono.

Frenar la crisis climática

El ejemplo de solución entronca con el problema climático. La acción ante la crisis climática está en marcha pero la cuestión es "si lo haremos a tiempo para que sobreviva la especie humana. La acción se produce por dos razones: por la magnitud del problema y porque las soluciones son más económicas: va a haber muchísimos más ganadores que perdedores”, comparte García.

También defiende que estamos “técnicamente preparados para afrontar la crisis climática, pero falta el coraje político para tomar decisiones que favorezcan a la mayoría de la sociedad, que acaben con los combustibles fósiles y reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero”.

“Chocas con los intereses de la mayor industria del mundo: la petrolera. A posteriori hemos sabido que eran conscientes de que quemar combustibles fósiles producía CO₂ y que eso causaba el cambio climático. Los informes científicos que tenían los escondieron”, destaca el especialista.

Sin embargo, defiende que “hay una predisposición favorable de la ciudadanía a que se actúe ante la crisis climática, lo que pasa es que hay muchas cosas que no dependen de la gente”.

Crisis parecidas, pero diferentes

“La diferencia entre la crisis de ozono y la climática es que cuando se firmó el Protocolo de Montreal había una conciencia ambiental a nivel mundial, es necesaria la exigencia por parte de la ciudadanía hacia el actor político”, comenta la responsable del grupo de investigación de sociología y cambio climático de la Universidad Carlos III de Madrid, Mercedes Pardo. En este sentido todos resaltan la importancia de una mayor educación climática y de combatir la desinformación.

También ponen en relieve la importancia “facilitar la participación de los jóvenes”, “necesitamos ese aire nuevo”, comenta Valladares. Pardo confía en que estos van a ver incorporadas en las profesiones que desempeñen el aspecto de la protección ambiental.

Cambio económico, tecnológico y social

Además, la investigadora indica que, para frenar la crisis climática, tiene que suceder al mismo tiempo un cambio económico, tecnológico y social. El cambio está en marcha y “fondos de inversión importantes están dejando de invertir en petroleras e invierten más en renovables”. Otra cuestión sería que se produjese una crisis económica mundial, lo que sumaría complejidad al problema.

Esta experta cree que sería útil fomentar una mayor investigación social y una mejor información, así como una comunicación interactiva entre actores: “algunas experiencias de participación de la ciudadanía ante el clima han dado muy buenos resultados, hay que crear más redes y procesos sociales”. Valladares remarca que también se requiere de un ejercicio de transparencia.

Interacciones y colaboración

“Tenemos tendencia a ver las cosas separadas y en realidad, el sistema jurídico, el sistema educativo, el sistema sanitario, etc. están estrechamente relacionados con la crisis climática, y la gente, las instituciones o los medios de comunicación no se esfuerzan por abordar y entender estas interacciones, sin hacerlo no vamos a resolver el problema”, comenta el científico.

Y concreta: “cuando llegamos a la economía nos atascamos, con las renovables estamos cayendo en hacer negocio en lugar de salvar la vida”.

El biólogo incluye otras diferencias entre las dos crisis: “el cambio climático se debe a muchos procesos y a varios gases, muchas actividades económicas e industriales, muchas actividades diarias, etc. Y, por otro lado, así como con Montreal sí que se quisieron llevar a cabo las soluciones, con la crisis climática no se quiere, porque comprometen las riquezas obscenas de las entidades financieras que financian actividades en carbono o las combustibles fósiles. Es decir, no es que no queramos a nivel ciudadano, sino que no queremos como sociedad, políticamente y socialmente, nos llenamos de excusas”.

Igualmente incorpora que “no hay unos sustitutos claros que permitan hacer las actividades que hacemos sin emitir gases de efecto invernadero”.

Los expertos consultados coinciden en que las medidas de adaptación y mitigación de la crisis climática son pobres y en el imperativo de que haya una justicia climática.

Justicia climática

La energía, añade Pardo, es clave para el desarrollo económico de las sociedades y los países desarrollados han tenido el poder de la energía fósil durante la Revolución Industrial. Pero “ahora que los países en vías de desarrollo están en posición de hacerlo se les impide”, señala.

“La geopolítica se está tensionando y ya la mayoría de las guerras son por recursos naturales, muchas de ellas por agua directamente. No nos engañemos, Israel se quedó con los Altos del Golán porque allí está el agua, y hay muchos más casos. Ellos están contra las cuerdas ambientales y eso puede disparar un gran conflicto internacional”, destapa Valladares.

Derechos humanos por delante del negocio

El divulgador razona a su vez sobre las migraciones climáticas: “acogerles es un acto humanitario, de sensatez, lógico, lo científico es planificarlas, aceptarlas, encajarlas y entender que va a haber cada vez más, e incorporarlas borrando los límites fronterizos, facilitando corredores y la vida a todas estas personas que han tomado una decisión nada fácil”.

“Una de las soluciones básicas es poner los derechos humanos por delante del negocio, lo cambiaríamos todo”, apunta.

Finalmente, Valladares confiesa: “hay veces que en los foros científicos se comenta que ‘cuanto peor, mejor’, es decir, si vamos a hacer burradas, pues cuanto antes se hagan mejor. Quizá una situación realmente dramática europea haga que la Unión Europea se plantee otro rumbo”. Y acentúa que para crear una estrategia a largo plazo “necesitamos un estado emprendedor”.



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