Muchos sacerdotes dirán que para ellos el verano no comienza hasta finales de junio o principios de julio. Probablemente eso también sea cierto para usted.
La temporada de verano, más relajante, comienza cuando terminan las clases escolares (tanto para los estudiantes como para el personal) y terminan las reuniones parroquiales. Esto nos deja al mes de julio como la mejor oportunidad para salir y disfrutar del tiempo con familiares y amigos, antes de que comience la planificación para el otoño a mediados de agosto.
Esa ha sido mi rutina durante la mayor parte de mis 51 años como sacerdote, y es especialmente cierto este año. Acabo de terminar lo que fue un muy buen primer año como capellán en la escuela secundaria St. John's College High School y me encantó tener la oportunidad de participar en las vidas de más de 1.200 jóvenes a través de misas, retiros, confesiones, programas ministeriales y otros esfuerzos para acercar a los jóvenes a Dios.
Este era un trabajo a tiempo parcial para mí, pero en general el año estuvo muy ocupado. Antes de retirarme de Caridades Católicas el año pasado, uno de mis amigos me dijo que iba a tener más actividades pastorales que nunca. Él estaba en lo correcto.
Celebré más matrimonios, bautizos y especialmente más funerales que en los últimos años. El número de funerales que oficié aumentó exponencialmente. Muchos eran para difuntos en edades comprendidas entre los 80 y 90 años, y como eran contemporáneos conmigo, a menudo eran personas y familias con las que he mantenido relaciones por mucho tiempo.
Me encanta poder servir a las familias en momentos tan importantes de sus vidas, poder decir sí a quienes deseen participar de los sacramentos, a quienes me piden consejos y otro tipo de asistencia. Los bautizos, bodas y funerales encabezan la lista.
Admito, sin embargo, que espero con ansias un descanso. Estoy un poco más cansado que hace 10 años y, para ser sincero, probablemente no tan concentrado. Unas semanas de descanso me darán la oportunidad de refrescar el espíritu, recargar las pilas y estar listo para empezar de nuevo en septiembre.
Las vacaciones son importantes y espero que usted pueda tomar unas este verano. La palabra “desocupar” es parte de las vacaciones. Dejamos nuestros trabajos y otras responsabilidades durante una semana o dos. Seguimos el ejemplo de nuestro Dios, que descansó el séptimo día, y de Jesús, que se fue solo o con sus amigos más cercanos a descansar.
Los recesos son importantes para nuestra salud física, emocional y espiritual. Ellos nos permiten descansar y relajarnos, pero también la oportunidad de estar plenamente presentes con nuestros seres queridos. También son oportunidades para pensar en las cosas más importantes de nuestras vidas y reflexionar sobre dónde queremos cambiar o crecer.
Espero descansar entre familiares y amigos. Tengo muchas ganas de leer un poco más, tal vez una buena novela o autobiografía. Y espero tener una mejor vida de oración, como suele ser mi caso. Mi tiempo para Dios es más enfocado y menos apresurado.
Qué Dios nos conceda a todos la oportunidad este verano de hacer una pausa, recuperar el aliento, refrescar nuestro espíritu y disfrutar el regalo de aquellos a quienes amamos.
Espero con ansias que lleguen mis vacaciones y volver a St. John y a mis deberes pastorales cuando regrese. Oro para que usted tenga un excelente verano, unas vacaciones refrescantes y que espere con ansias volver a la vida que Dios le ha dado.