En conferencia virtual conjunta con el cardenal Robert McElroy, realizada en la catedral de San Mateo, el 6 de enero, el cardenal Wilton Gregory emitió la siguiente declaración:
Esta mañana, el papa Francisco ha anunciado que ha aceptado mi renuncia como arzobispo de Washington y ha nombrado como mi sucesor al cardenal Robert McElroy, hasta ahora obispo de San Diego. Recibo esta noticia con mucha emoción; sin embargo, al reflexionar sobre los últimos casi seis años en esta maravillosa Iglesia local de Washington, mi corazón se llena predominantemente de gozo y gratitud por las muchas bendiciones, siempre apreciadas pero rara vez merecidas, que Dios me ha concedido.
Estoy agradecido, más que nada, por el pueblo de Dios que me ha acogido y apoyado desde que llegué, permitiéndome el privilegio de servirles en los mejores momentos y en los más difíciles. Nos hemos amado, nos hemos cuidado unos a otros y nos hemos desafiado unos a otros a ser la Iglesia Católica que Jesucristo nos llama a ser. Juntos, "¡Somos del Señor!"
Agradezco a los sacerdotes, diáconos y religiosos y religiosas que se han ofrecido tan incansable y desinteresadamente al servicio de los fieles en nuestras parroquias, escuelas e instituciones católicas. Mis hermanos sacerdotes, diáconos y religiosas, ustedes han llevado humildemente a Cristo a sus parroquias, y han sido una imagen de Cristo en sus comunidades. Me has ofrecido libremente tu sabiduría y tu guía, y he aprendido mucho de ti: compasión, empatía, bondad y cuidado.
Estoy agradecido por el personal de nuestras oficinas y agencias arquidiocesanas, que manejan hábilmente las operaciones diarias de esta Iglesia local con tanta competencia y gracia. No es una hipérbole decir que no podría haber hecho esto sin ustedes, y les recordaré siempre con estima y profundo afecto.
A mis hermanos obispos que comparten mi ministerio en la arquidiócesis, les ofrezco mi sincero agradecimiento. Se dice que "muchas manos hacen el trabajo ligero". Sencillamente, no puedo imaginar ejercer eficazmente mi ministerio episcopal sin vuestra colaboración constante e incesante. Recuerdo con profunda gratitud la sabiduría y el ejemplo del cardenal Joseph Bernardin, que siguen inspirándome por su forma de pastorear y pastorear al pueblo de Dios.
Por último, ofrezco mi sincera y sentida gratitud a nuestro Santo Padre, el papa Francisco, que me confió esta importante obra en la primavera de 2019 y me elevó al Colegio Cardenalicio en 2020. Es solo a través de su confianza, así como la de sus predecesores, el papa San Juan Pablo II y el papa Benedicto, que estoy aquí hoy. De hecho, "¡Somos del Señor!"
Hoy les pido que continúen orando, al mismo tiempo que les aseguro todas las mías.
