Ya no sólo medidas para mitigar la crisis climática, sino medidas inmediatas para adaptarse a sus efectos. No hay más tiempo: mientras el calentamiento global se precipita hacia el temido aumento de 1,5 grados para el primer semestre de 2030, los efectos son ya evidentes y afectan gravemente a porciones cada vez mayores de la población mundial. Hay que actuar y hacerlo a nivel local para tener efectos globales. Y a escala mundial para tener efectos locales. Este es el objetivo de la cumbre que se ha inaugurado el miércoles 15 de mayo en la Casina Pío IV del Vaticano, sede de las Pontificias Academias de Ciencias y Ciencias Sociales, titulada "De la crisis climática a la resiliencia climática". Se trata de tres días de trabajo en los que participan representantes de organizaciones internacionales, investigadores, líderes religiosos, expertos y, sobre todo, administradores locales, para compartir sus experiencias y sentar las bases de un compromiso compartido.
El resultado tangible de la cumbre, escriben los organizadores, "será la creación de un 'Protocolo Planetario de Resiliencia Climática' con todos los participantes como cofirmantes. Este protocolo, que seguirá el modelo del Protocolo de Montreal, proporcionará directrices para que todos seamos resilientes al clima. El protocolo se presentará a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático para que lo apliquen todas las naciones. Cuando el calentamiento supere el umbral de 1,5º en 2030, el protocolo podrá modificarse para incluir normas estrictas que curven drásticamente la curva de emisiones y aumenten el gasto en medidas de adaptación".
Los trabajos de la cumbre se centran en cuatro elementos clave de la crisis climática: el agua, el aire, los alimentos y la energía, para examinar a continuación las mejores prácticas ya aplicadas por los administradores locales. La primera sesión, esta mañana, se abrió con los saludos del Cardenal Peter K.A. Turkson, Canciller de las Academias Pontificias de Ciencias y Ciencias Sociales, y de los presidentes de las mismas academias, Joachim von Braun y la Hermana Helen Alford respectivamente, quienes observaron cómo la firma del mencionado protocolo puede ser un pilar del esfuerzo para mitigar y adaptarse a la crisis climática.
Los datos de la crisis son impresionantes. Housung Lee, presidente para 2023 de la Ippc (Prevención y Control Integrados de la Contaminación, por sus siglas en inglés), los destacó en particular. Destacó que la lucha contra el cambio climático es más compleja que nunca: aunque, por ejemplo, muchos países del mundo aplican ya políticas de descarbonización, sus efectos podrían resultar inútiles por el simultáneo aumento masivo del uso de dispositivos digitales. Esto mientras que, en general, las medidas de mitigación del calentamiento solo podrían empezar a tener un efecto muy limitado a partir de 2030, con efectos concretos incluso pospuestos hasta 2100. El científico Veerabhadran Ramanathan, de la Universidad de California San Diego y la Universidad de Cornell y asesor de la Academia Pontificia de las Ciencias, recordó la frase de Thomas Edison: "Cuando hayas agotado todas las posibilidades, recuerda esto: no lo has hecho", para subrayar la necesidad de pasar de la prevención a la adaptación a una situación que ya es una realidad: "Es demasiado tarde -dijo- para confiar solo en la mitigación del calentamiento global. La adaptación a los riesgos climáticos ya es demasiado tarde y se ha convertido en el tema central de la acción por el clima. Necesitamos un esfuerzo mundial para aumentar la resiliencia climática".
Exactamente lo que se pretende hacer a través de la iniciativa "Mast" (Mitigación, Adaptación, Transformación Social, por sus siglas en inglés). Las medidas sociales parecen especialmente urgentes, también en relación con el hecho de que, como apuntó Marcelo Suárez-Orozco, de la Universidad de Massachusettes, y consejero de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, hoy en día solo las personas relativamente instruidas y con medios económicos abandonan la zona afectada por los daños climáticos: el resto, sencillamente, queda atrapado. Ahí es donde hay que actuar. Es crucial, pues, la acción de la política local, como reconoció la gobernadora de la Commonwealth de Massachusetts, Maura Haley: "Tenemos que cambiar. Y para cambiar tenemos que saber escuchar, entre otras cosas porque, como administradores, se nos pone a prueba constantemente y se nos seguirá poniendo a prueba". Hakey pasó a ilustrar las iniciativas que ya se han puesto en marcha en su Estado, como un Banco Verde para promover la descarbonización, "el primero de Estados Unidos", o el fondo de reciclaje de los trabajadores. Son medidas, como las que también ilustró el alcalde de Roma, Roberto Gualtieri, que intervino el miércoles 15 de mayo, que intentan dar un nuevo rostro a las ciudades, apoyándose, subrayó, "también en la fraternidad de las relaciones", porque, corrigiendo en parte lo que dijo Edison, cuando se acaban los recursos, necesariamente hay que, y se puede, encontrar otros.
Muchos otros administradores de grandes ciudades intervendrán en los próximos días. Todos ellos, junto con los demás participantes, serán recibidos por el Papa Francisco este jueves 16 de mayo.