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“Cuando se degrada la dignidad de una persona es Jesús quien es rechazado de nuevo”, dice obispo Menjívar

El obispo Evelio Menjívar bendice las palmas que sostienen los feligreses al frente de la catedral de San Mateo el Apóstol donde se celebró la misa del Domingo de Ramos el 24 de marzo de 2024. Foto/Mihoko Owada

La pasión de Cristo no es algo del pasado, está sucediendo ahora mismo porque cada vez que se degrada la dignidad de una persona, cada vez que se derrama sangre inocente, cada vez que se rechaza a alguien es Jesús quien sufre, quien es rechazado y asesinado de nuevo, dijo monseñor Evelio Menjívar Ayala, obispo auxiliar de Washington durante su homilía del Domingo de Ramos en la catedral de San Mateo Apóstol.

Centenares de feligreses del área metropolitana de Washington y una gran diversidad de visitantes nacionales e internacionales abarrotaron la Iglesia Madre de la Arquidiócesis Católica Romana de Washington para festejar la llegada triunfal de Jesús a Jerusalén e iniciar la Semana Mayor, en la que la feligresía católica mundial conmemora la pasión, muerte y resurrección de Cristo.

“Este tiempo santo nos da la oportunidad, no solo para recordar algo que tuvo lugar hace dos mil años, sino que también nos ayuda a profundizar en cómo el misterio de la pasión y resurrección del Señor Jesús sigue siendo relevante y efectivo en nuestras vidas”, agregó el obispo Menjívar.

Las ceremonias litúrgicas del Domingo de Ramos comenzaron con la bendición de las palmas y ramas de olivo o laurel que llevaron en sus manos los fieles, rememorando el pasaje evangélico con un regocijo espiritual, propicio para reafirmar sus votos por su religión.

Monseñor Menjívar recordó a los feligreses: “Lo que Jesús hizo, lo hizo por nuestra salvación”. Y los instó a vivir la Pascua porque no basta solo con celebrarla.

La liturgia del Domingo de Ramos es una de las más intensas de la Semana Santa y del año litúrgico que junto con las del Jueves Santo, Viernes Santo y Domingo de Resurrección forman las celebraciones centrales del año.

Feligreses sosteniendo palmas se disponen a ingresar en procesión a la catedral de San Mateo el Apóstol donde se celebró la misa del Domingo de Ramos el 24 de marzo de 2024. Foto/Mihoko Owada
Feligreses sosteniendo palmas se disponen a ingresar en procesión a la catedral de San Mateo el Apóstol donde se celebró la misa del Domingo de Ramos el 24 de marzo de 2024. Foto/Mihoko Owada

Acotó que la clave para entender esta compenetración de Cristo con el sufrimiento humano está en la segunda lectura del Domingo de Ramos: “Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios, al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos y se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, a una muerte en la cruz”.

“Y saben cuál fue la razón por la que Jesús aceptó el sufrimiento? Lo hizo por amor, lo hizo por ti y por mí -dijo-. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo unigénito para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”. (Juan 3:16) “¡Qué grande es el amor de Dios!” Exclamó monseñor Menjívar.

El Domingo de Ramos es un día alegre y triste a la vez. Los sacerdotes entran en procesión a celebrar la misa. El color de este día es el rojo, que representa a Jesús como rey en su entrada triunfal en Jerusalén (el rojo es color de reyes) y la Pasión del Señor (el rojo es el color de la sangre), celebrándose ambas en este día.

Las liturgias comenzaron con una procesión en las calles adyacentes a la catedral, liderada por el obispo Menjívar, el rector de la catedral monseñor Ronald Jameson y el vicario parroquial John Benson, quienes vestidos de rojo encabezaron el simbólico recorrido acompañado por centenares de feligreses.

Al regresar a la catedral, en donde esperaban otros centenares de fieles, el obispo Menjívar se despojó de su capa pluvial litúrgica roja al llegar al altar y se colocó la casulla roja, vestimenta propia de la Eucaristía. Las lecturas del día, el Evangelio y la Pasión del Señor revivieron los pasajes bíblicos en las sagradas escrituras.

“Jesucristo fue obediente hasta la muerte para salvarnos, ¡el verdadero amor es así! ¡La entrega desinteresada es así!”, continuó monseñor Menjívar, un inmigrante salvadoreño muy querido por los hispanos de la arquidiócesis, muchos de ellos feligreses de la catedral de San Mateo donde él sirvió como pastor por varios años durante su carrera sacerdotal y en donde hizo un gran trabajo con mucho amor y dedicación por el ministerio de los desamparados.

“Cuando amamos, cuando nos solidarizamos con los pobres, con los inmigrantes, con los que son rechazados y humillados; cuando defendemos la verdad, la vida, la justicia y la igualdad, también tenemos que estar dispuestos a aceptar el sufrimiento y la humillación”, advirtió el obispo.

Afirmó monseñor Menjívar que también es cierto que “cuando amamos sin interés y sin medida”, como aman las madres a sus hijos, “siempre experimentamos gozo y alegría y se acrecienta en nosotros la esperanza de la vida eterna”.

Las procesiones en el Domingo de Ramos y toda la Semana Santa en general, atraen a muchos fieles a las iglesias del área de Washington.

La feligresía católica de DC, con un alto componente hispano, se congrega en sus iglesias para ver o participar de la procesión, en uno de los actos de fe más importantes del calendario cristiano y que el obispo Menjívar llama a celebrar con “un verdadero sentido de reverencia por lo que Jesús hizo por nosotros”.

“Vivamos estos misterios unidos en solidaridad con aquellos que aun van cargando cruces en sus vidas, las víctimas de las guerras, la violencia, la persecución, el hambre”, instó el prelado nacido en El Salvador y quien ha sufrido las consecuencias de conflictos armados y, en su condición de migrante, los estragos del inoperante sistema migratorio de Estados Unidos.

“La muerte no tiene la última palabra porque Cristo ha vencido la muerte, a Él sea la gloria por los siglos de los siglos”, concluyó.



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