Ellas están unidas por el deseo común de proclamar el Evangelio y el amor a la Virgen, profesan los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia, buscan alcanzar la santidad en el cumplimiento de su vocación personal y prometen vivir los compromisos de su bautismo en comunión con sus familias, el trabajo, los estudios y sus amistades.
Son las Cruzadas de Santa María, un instituto secular de derecho pontificio conformado por mujeres jóvenes consagradas a Dios. Ellas desarrollan su actividad apostólica en el campo de la educación y pastoral universitaria.
“Tenemos diferentes trabajos en el mundo y aunque algunas servimos en las diócesis, no es solo una vida religiosa para la Iglesia, vivimos en comunidad. En Washington, DC, somos nueve compañeras y residimos en nuestra casa en Brookland”, dijo Ana Román, militante de las Cruzadas, profesora y decano asociado de estudiantes de pregrado de la Facultad de Arquitectura en la Universidad Católica de América (CUA).
Fundadas por el padre Tomás Morales Pérez, SJ, las militantes de Santa María se concentran en la atención de los jóvenes y las familias y ejercen su ministerio mediante la educación recibida en campamentos, ejercicios espirituales de san Ignacio, retiros y misas matutinas de la Virgen los sábados.
“El padre Morales nació en Macuto, Venezuela, y cuando era un niño viajó a España con su familia, más tarde estudio derecho y se ordenó como sacerdote entrando a la Compañía de Jesús y se dedicó a la formación espiritual de los jóvenes. Fue así como surgió la idea de que los jóvenes podían consagrarse a Dios, pero sin ser religiosos ordenados”, explicó Román.
Las cruzadas se forman en encuentros universitarios, colonias infantiles para las niñas entre los 8 y los 12 años, peregrinaciones, retiros, convivencias y mediante su participación en misiones en varios países del mundo, siempre con una gran vocación por ayudar a los necesitados.
Román expresó que ellas desean contribuir a la educación integral de las personas tomando a Cristo por modelo y están “siempre a disposición y al servicio de la Iglesia” para lo que las necesiten, aunque “no todo es con instituciones eclesiales sino también actividades que nosotras organizamos con nuestra comunidad”.
“Usualmente nosotras nos vamos uniendo a las cruzadas de María a través de la amistad, bien sea que seamos compañeras de estudios o trabajo, alumnas, alguien que conocemos en retiros”, dijo Román, quien nació en Salamanca.
Elena Martín trabaja como responsable de admisiones en el Instituto Pontíficio Juan Pablo II (www.johnpaulii.edu). Ella es una de las cruzadas que residen en DC y dijo que “Cruzadas de Santa María se expandió primero a petición de los obispos de diferentes diócesis de España, el país donde fue fundado el instituto.
Las cruzadas están presentes en diócesis de España, Alemania, Italia, Irlanda, Perú, México, Colombia, Chile, Camerún, Cuba, Uruguay y Estados Unidos en donde colaboran con la Arquidiócesis de Washington”.
Martín destacó que a Washington ellas llegaron como estudiantes y luego de graduarse consiguieron trabajos y fundaron la sede de las Cruzadas en DC en 2018.
Estas servidoras consagradas colaboran en los ministerios en las universidades y con la Arquidiócesis de Washington en procesiones, el ministerio en español, formación espiritual y eventos especiales donde se les requiera.
Las Cruzadas de Santa María comparten mucho la espiritualidad, oran juntas en las mañanas y las noches, van a misa y profesan su amor por las comunidades en donde residen.
Dicen que sienten mucho dolor al ver a muchos jóvenes, quienes son la esencia de su apostolado, porque “viven muy desenfocados, que son psicológicamente frágiles y con desestabilidad emocional”.
Ambas entrevistadas coinciden en que la misión evangelizadora requiere de “un mayor esfuerzo” cuando se encuentran con personas que están muy débiles emocionalmente, que son de familias rotas y especialmente las mujeres sufren y tienen un vacío espiritual.
“Los jóvenes están muy atrapados con las redes sociales que son muy peligrosas y nuestro reto mayor es cómo ayudarlos y vean que hay algo más que eso”, subrayó Elena, nacida en Valladolid, España.
Las Cruzadas de Santa María realizaron el pasado 28 de septiembre una misa especial celebrada por el padre Fred Close en la parroquia San Antonio de Padua, en la que ellas son feligresas.
Así conmemoraron el trigésimo aniversario de la muerte del venerable padre Morales, quien también fundó “Cruzados de Santa María” el movimiento para parejas “Hogares de María” y el movimiento juvenil apostólico “Milicia de María”.
El padre Morales murió en 1994, seis años después se abrió su causa de beatificación y canonización en la Archidiócesis de Madrid y se le nombró Siervo de Dios. En el 2017, el papa Francisco reconoció las virtudes heroicas del sacerdote y lo declaró venerable.
Para más información sobre las Cruzadas de María se puede visitar el sitio https://www.crusadersofmary.org o enviar un correo electrónico a washington@cruzadasdesantamaria.org.