A pesar de la incertidumbre, la ansiedad y el miedo que experimentamos como pueblo inmigrante y a pesar de nuestro dolor por el sufrimiento de las víctimas inocentes de guerras y violencia sin sentido, como somos gente de fe, podemos anunciarle al mundo que Cristo es nuestra esperanza y nuestra esperanza no defrauda, dijo el obispo auxiliar de Washington, Evelio Menjívar, ante miles de feligreses que participaron en la procesión Caminata con María 2024.
“Este año nuestra peregrinación tiene mucha relevancia porque se da cuando estamos en el umbral del año santo Jubilar 2025 que tiene como lema ‘Peregrinos de Esperanza’, un tema escogido por el Santo Padre quien nos invita a caminar juntos en el amor como Iglesia hacia Cristo”, dijo monseñor Menjívar.
Tras dar la bienvenida a los feligreses de las parroquias de la Arquidiócesis de Washington, que desde tempranas horas de la mañana del sábado 14 de diciembre se conglomeraron frente al Santuario del Sagrado Corazón en DC, monseñor Menjívar recordó que fue el finado obispo Mario Dorsonville, quien definió a esta procesión como “una expresión de solidaridad con los inmigrantes” y una “oportunidad para evangelizar”.
Monseñor Menjívar también recordó al obispo Francisco González quien sirvió por muchos años en la Arquidiócesis y falleció a principios de 2024 en su natal España. “Les pido encarecidamente que oremos por el eterno descanso de estos dos buenos pastores”, instó Menjívar a la feligresía que peregrinó en la celebración anual por la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe.
Los fieles estuvieron acompañados en el recorrido hasta la Basílica Nacional de la Inmaculada Concepción por sacerdotes, diáconos, seminaristas, religiosas y religiosos y párrocos de diferentes iglesias de la arquidiócesis, entre ellos el padre Emilio Biosca Agüero, párroco del Sagrado Corazón, quien agradeció al obispo Menjívar, a las comunidades religiosas y a los participantes “por acompañarnos en este día tan especial”.
Después de las palabras de bienvenida, la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, colocada sobre el anda donado por la Hermandad del Señor de los Milagros, partió rumbo a la basílica por las calles de Washington, un recorrido en el que la procesión realizó cinco estaciones para representar las apariciones de la Virgen y para escuchar las reflexiones de los sacerdotes e invitados especiales que participaron en la celebración.
“María, Madre de la Iglesia, Madre de todos los pueblos, cubre con tu manto a todos los que buscan refugio en ti. Ayúdanos a ver en cada persona de toda raza, nación y lengua a un hermano y una hermana. Ayúdanos a reconocer, defender y respetar la dignidad innata de cada ser humano, desde la concepción hasta la muerte natural y en todo momento intermedio, en todas las circunstancias de la vida”, dijo en su reflexión sobre la primera aparición, Mar Muñoz-Visoso, directora de diversidad cultural en la iglesia de la Conferencia Episcopal.
Las apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe a San Juan Diego cambiaron la historia del continente. La milagrosa imagen de la Virgen ha llamado a los católicos durante siglos a volver a la fe y ha movido a otros a aceptar la fe, dinamizando la labor de evangelización e invitando a encontrar y acompañar al forastero como patrona de las Américas y estrella de la primera y de la nueva evangelización.
Vistiendo trajes típicos, enarbolando banderas de sus países de origen y estandartes de sus respectivas parroquias, los feligreses desafiaron el intenso frío que caracterizó esa mañana para renovar sus votos de fe y pedir a la Virgen para que alivie sus pesares.
“Me motiva mucho esta peregrinación porque la ‘Morenita’ ha hecho muchas cosas en nuestras vidas y como buena mexicana soy guadalupana y estas celebraciones nos permiten seguir evangelizando”, dijo Alfonsina Díaz, de Puerto Escondido, Oaxaca, quien tiene diez años participando en la Caminata con María.
La Iglesia en Estados Unidos siempre ha prestado mucha atención y dedicado sus esfuerzos por la dignidad y bienestar de las familias inmigrantes, un apoyo que crece constantemente y que se hace vital ante las continuas amenazas que sufren esas comunidades.
“No hay que tener miedo porque la Virgen dice: ‘¿Qué te aflige, acaso no estoy yo aquí que soy tu Madre?’, si estamos con nuestro Señor Jesucristo y su madre María la virgen santísima, nada puede pasarnos”, agregó Díaz, feligresa de Santa María de Landover Hill, MD. “Si tenemos la fe bien cimentada en nuestra alma y corazón no tenemos por qué tener miedo”.
Díaz aseguró que peregrina “para dar gracias a la Virgen por haber concedido su deseo de que su hija saliera embarazada” después de 16 años de casada y “por protegerla a ella y al bebé en un parto con cesárea y serias complicaciones”. “Se que la Virgen estuvo ahí y nunca dejé de rezar el Rosario”, afirmó.
Oscar Rendón, de Puebla, México, esposo de Alfonsina Díaz y también de la parroquia Santa María dijo que la fe “nos mantiene unidos”, los humanos a veces se desaniman, pero “si nos mantenemos apegados a la fe y la transmitimos a nuestros hijos” para que continúen con estas tradiciones católicas a través de los años “es la mejor herencia que les podemos dejar”.
Muchas de las 140 parroquias de la arquidiócesis estuvieron representadas este año en la Caminata con María y servidores de larga trayectoria en ministerios locales también peregrinaron.
“Esta procesión es muy importante porque la Virgen es el modelo a seguir, ella y su familia fueron los primeros inmigrantes y nos dijo que está con todos nosotros. Hay que tener fe en la Virgen María y en Jesucristo quienes nos dicen que no tengamos miedo porque están aquí con nosotros”, dijo la dominicana Fatima Aybar, coordinadora de varios ministerios en la catedral de San Mateo Apóstol.
Hace 20 años, Aybar se enfermó de lupus y le pidió a Dios que la sanara por intermedio del entonces beatificado papa Juan Pablo II. Fiel a sus creencias católicas, Aybar preparó una oración que rezó por nueve días para pedirle el milagro a Dios y a Juan Pablo II y cuatro años más tarde ella fue diagnosticada libre de lupus.
“Eso me ayudó a crecer en mi fe, a creer en la intercesión de los santos, así como la bondad de la Virgen María quien me ha cobijado con su manto desde que mi mamá murió cuando tenía diez años”, concluyó Aybar.
Otra de las parroquias con una numerosa representación en la Caminata con María fue la de Nuestra Señora Reina de las Américas y la peregrina salvadoreña Reina Baires dijo: “Estamos homenajeando a nuestra Madre que está en el cielo, quien intercede por nosotros, por la vida de nuestros pueblos, por nuestras comunidades que traen esperanzas a este país que nos acoge y mostrando nuestro agradecimiento por las oportunidades y bendiciones que hemos recibido”.
Agregó que “no podemos lograr nada solos por nosotros mismos”, sino que es necesaria la intercesión de la Virgen Santísima por lo que “nos sentimos muy felices celebrando esta gran fiesta espiritual”.
“Queremos transmitir a nuestros hermanos que Cristo vive y que vino a este mundo gracias a nuestra Madre María, esa es la fe de nuestra Iglesia que nos gloriamos de profesar. Es un momento muy lindo en el que nos unimos todas las parroquias y podemos pasar este mensaje a todas las personas que se quieran sumar a esta procesión y a nuestra Iglesia”, sentenció.
Ante las angustias e incertidumbre que pudieran estar afectando a las comunidades migrantes, Baires instó a “no perder la esperanza, ni apartar nuestros ojos de Nuestro Señor Jesucristo”, porque ante tantas amenazas “hay que confiar en el Señor porque Él es quien tiene el control de todo, Él ha visto el sacrificio que hemos hecho y Él nos recompensará”.
Lisbeth Choj, guatemalteca de Jalapa con 20 años en Estados Unidos, dijo: “Eso es cultura, es una festividad que se celebra en familia, la ‘Morenita’ ha sido parte de nuestra tradición y entonces caminar con ella acá nos hace sentirnos protegidos adonde quiera que vayamos”.
Destacó Choj que “en este año santo Jubilar la procesión tiene aún más sentido porque el Papa nos invita a caminar juntos en el amor como Iglesia hacia Cristo, a vivir y trabajar en familia y cada llamado es algo importante para prepara nuestros corazones, especialmente en esta época cuando viene la Navidad”.
Oscar Lazo, de San Miguel, El Salvador, es feligrés de la parroquia San Marcos El Evangelista en Adelphi, MD, dijo que la procesión “es algo muy espiritual” y que es muy bonito ver “cómo el catolicismo ha ido creciendo entre los hispanos en Washington”.
En las escalinatas de la basílica, la guatemalteca Hermelinda López, de San Juan Ostuncalco en el Departamento de Quetzaltenango, reconoció con orgullo que su país está entre las naciones más católicas del mundo “porque tenemos una gran devoción por el Señor de Esquipulas, la Virgen de la Candelaria y la Virgen de Guadalupe”.
López subrayó que “por toda la fe, emoción y amor” que sienten al caminar con María participan con “mucho amor apoyando a todos los inmigrantes, a los católicos, porque con la gente de todos los países representados andamos todos juntos por amor a la Virgen y a Dios. Esta caminata es para demostrar que todos somos hermanos en Cristo”.
Pablo Merino, de Guerrero, México, dijo: “Caminar con la Virgen es lo más bello que puede haber e invitamos a todos a que se acerquen a la Iglesia, que los esperamos con mucho amor, tal como lo hicieron conmigo una vez”.
Eucaristía en la basílica
Las banderas de más de 40 países representados en la arquidiócesis y que acompañaron el recorrido de los peregrinos, llegaron también hasta el altar de la basílica para recibir al cardenal Wilton Gregory, celebrante principal de la misa.
El arzobispo de Washington estuvo acompañado en el altar durante la Eucaristía por el cardenal Christophe Pierre, nuncio apostólico en EEUU, y los obispos auxiliares Juan Espósito, Roy Campbell y Evelio Menjívar.
Luego de las palabras de bienvenida de monseñor Walter Rossi, rector de la basílica, los artistas de la agrupación folclórica De Colores bailaron en homenaje a la Virgen antes de dar paso al joven que personificó a Juan Diego quien, con una tilma con la imagen de la Virgen de Guadalupe, representó el Milagro de las Rosas en el altar. La tilma fue bordada a mano por las monjas del Convento de las Adoratrices Perpetuas del Santísimo Sacramento en Morelia, Michoacán, México.
La Eucaristía se celebró en inglés y en español y las peticiones fueron leídas en varios de los 23 idiomas que son hablados en misiones, parroquias y otras comunidades que convergen en territorio de la Arquidiócesis.
La homilía
“¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy yo tu salud?, ¿No estás por ventura en mi regazo? ¿Qué más has de menester? No te apene ni te inquiete otra cosa hijo mío”, con estas palabras, de Santa María de Guadalupe a Juan Diego, comenzó su homilía el obispo Menjívar.
“Esas palabras continúan resonando en nuestros corazones después de casi 500 años de haber sido pronunciadas porque son las palabras y la actitud de la mujer y de la madre valiente que sale al encuentro y la defensa de sus hijos”, dijo el obispo.
En el año 1531 se apareció la Virgen y dejó grabada su imagen morena en la tilma del indio Juan Diego.
Al igual que lo hizo María cuando caminó a la casa de Isabel y Zacarías entre las montañas de Judea, “nosotros también hemos hecho nuestra peregrinación de esperanza”, dijo el obispo y destacó que ese lugar era solo una parada porque “nosotros continuaremos caminando como ‘peregrinos de esperanza’ durante el Año Jubilar 2025”, como lo ha pedido el papa Francisco.
“Todos debemos de tomarnos el pulso y ponernos la mano en el pecho y preguntarnos ante el sufrimiento, el miedo y la ansiedad que viven nuestros hermanos inmigrantes y las víctimas de las guerras y la violencia: ¿Todavía tengo pulso? ¿Tengo corazón?”, reflexionó el prelado salvadoreño.
“La buena noticia es que Jesús y María han venido a nuestro encuentro, cancelando todas las distancias. La Virgen de Guadalupe se volvió tan cercana a nosotros que tomó nuestro color de piel, los rasgos de nuestro rostro y habló la lengua de nuestros ancestros para mostrarnos que Dios es Emanuel, Dios con nosotros”, dijo el homilista.
“Ya no somos extraños ni distantes, sino que somos compañeros del camino y hermanos porque somos hijos del mismo Dios e hijos de la misma Madre, Nuestra Señora de Guadalupe”, agregó.
“Que viva la Virgen de Guadalupe! Que viva Cristo Rey”, concluyó el obispo Menjívar ante la respuesta y fervor de toda la feligresía.
Las flores de Juan Diego, una tradición familiar
La feligresa mexicana Minerva Jiménez ha contribuido con la arquidiócesis en la preparación de arreglos florales para la Virgen desde 1988.
“Nosotros representamos a la parroquia Nuestra Señora Reina de las Américas y junto a mi esposo, hijos y ahora nietos continuamos con esta tradición”, dijo Jiménez al pie del altar de la basílica, lindamente adornado con sus flores.
“Los arreglos se los ofrezco a la Virgen con todo mi cariño y amor, sin importar cuánto me cuestan las flores o el trabajo que pueda dar”, dijo Jiménez después de la Eucaristía.
Destacó que las flores tienen doble uso porque las usan en la caminata y misa con María y luego son donadas a las hermanas oblatas “quienes las usan también en una festividad de su Iglesia en su convento”.
“Es una doble satisfacción y me siento muy a gusto con todo este servicio porque me ha dado la oportunidad de conocer y compartir con mucha gente”, afirma Jiménez, quien agradece a la feligresía por tanta devoción.
“La gente se esmera, tiene cariño, devoción y amplia motivación para caminar con la Virgen en procesión”, acotó.