Historias de esperanza y de sinodalidad, para contar en los inviernos del mundo con confianza, porque «en el momento oportuno nacerá la flor». Cada capullo con su propia dignidad, en un jardín en el que no faltan las historias de la Iglesia, que en un mundo sometido a una «polarización creciente» y a la «pérdida de confianza» en las instituciones, supo abrirse a la «escucha auténtica» durante la última Asamblea de los Obispos. Llegando, a veces, incluso a ser «herida» por el peso de ciertas palabras que, sin embargo, cuando no se utilizan como «armas», se convierten en el preludio de debates de «esperanza y vida» que el mundo de hoy necesita más que nunca.
Bajo estos auspicios se celebró el 12 de febrero, el seminario web «Comunicar para crear comunidad», promovido por NetOne en colaboración con la Secretaría General del Sínodo de los Obispos, el Dicasterio per la Comunicación, el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, Vatican Media, el Camino Sinodal de la Iglesia en Italia, TV2000 e InBlu2000, SIR, el Instituto Universitario Sophia, la Asociación de loa Web Católicos Italianos (Weca), el Grupo Editorial Città Nuova y la Pontificia Universidad de la Santa Cruz.
En el acto, que siguió al del 7 de marzo del 2024 titulado ¿Qué comunicación para la sinodalidad?, intervinieron, entre otros, Alessandro Gisotti, subdirector editorial de los medios de comunicación vaticanos; Kim Daniels, miembro del Dicasterio para la Comunicación, coordinadora del grupo de estudio La misión en el ambiente digital del Sínodo y profesora de la Universidad de Georgetown en Washington D.C.; y Erica Tossani, miembro de la Presidencia de la Primera Asamblea Sinodal de la Iglesia en Italia. Moderaron las distintas intervenciones Sara Fornaro, redactora jefa web de Città Nuova, y Enrico Selleri, presentador de TV2000.
«Toda historia es grande y digna»
«Comunicación, acción y comunidad», fueron los tres términos identificados por Gisotti, inspirándose en el título del webinar, para centrar su intervención en una difusión que una la esperanza jubilar con la sinodalidad, valor cardinal de la reciente Asamblea de los Obispos: «Ponerse en camino», acompañar «al pueblo que viene». Pero, ¿cómo?
Gisotti recordó las palabras de Giorgio Gaber, «la libertad es participación», reclamando una comunicación que sepa «gastar la suela de los zapatos» estando cerca sobre todo de esas «periferias existenciales» tan queridas por el Papa Francisco. La libertad, con demasiada frecuencia negada a los profesionales de la comunicación – hasta la fecha hay más de quinientos periodistas encarcelados – idealmente representada por la periodista filipina María Ressa durante el reciente Jubileo de la Comunicación.
La forma de informar, señaló Gisotti, ha cambiado y seguirá haciéndolo, «pero los valores que deben guiar la información siguen siendo los mismos», la búsqueda de la verdad, la honestidad y la responsabilidad. Auspicios que se encarnan en una de las «grandes fuerzas» de la «comunicación de la esperanza»: las historias. Semillas plantadas en los inviernos del mundo, con la certeza «de que en el momento oportuno nacerá la flor». Lo afirmó el propio Papa Francisco en febrero del 2019, a su regreso de Abu Dabi, tras firmar el Documento sobre la Fraternidad Humana.
«Un acontecimiento histórico», lo había calificado Gisotti, entonces portavoz de la Santa Sede, antes de la habitual rueda de prensa en el vuelo de regreso. «Todo viaje es histórico – había añadido Francisco – toda historia es grande y digna, e incluso si es fea, si la dignidad está escondida, siempre puede emerger».
«Una Iglesia verdaderamente sinodal en la era digital»
La experiencia de Daniels como coordinadora del Grupo de estudio sinodal sobre la misión de la Iglesia en entornos digitales sirvió de telón de fondo para un discurso en el que alabó la «historia», retomando el concepto de Gisotti, que la comunidad eclesial tiene que contar. «La institución más antigua del mundo, a menudo considerada anclada en el pasado», ha emprendido un «proceso de escucha global» para comprender su misión en los tiempos y espacios contemporáneos.
Daniels observó la realidad de Estados Unidos, «herido» por la «creciente polarización» común a tantos contextos y fuente de una «pérdida de confianza» en las instituciones, incluida la Iglesia. Divisiones, individualismos, que no prevalecieron en la asamblea sinodal, donde toda la comunidad eclesial buscó la mejor manera de «caminar juntos a pesar de las diferencias». Entre los momentos clave del evento que recordó Daniels estuvo la apertura a la participación de las mujeres y los laicos en las decisiones de la Iglesia, relatada con entusiasmo por el jovencísimo equipo de las redes sociales.
El Sínodo reconoció los espacios digitales como una nueva «página misionera», una oportunidad para comprometer a las nuevas generaciones, no «atrapándolas» en espacios virtuales sino guiándolas «hacia auténticas relaciones humanas enraizadas en Cristo». El horizonte, concluyó Daniels, es por tanto el de una Iglesia «verdaderamente sinodal en la era digital», capaz de «escuchar, acompañar y ayudar a las personas a madurar en una relación más profunda con Dios y con el prójimo».
«La necesidad de palabras que generen esperanza y vida»
No sólo el «cómo» sino también el «qué» comunicar centró la reflexión de Tossani. Una «postura» abierta y alimentada por la escucha, una vez más de las «historias», sin las cuales «no puede haber verdadera comunicación». Relacionarse con la realidad significa cambiar el lenguaje con el que se cuenta. No una «adaptación» instrumental, sino el reconocimiento de la experiencia humana «como lugar teológico por excelencia».
Se desea, pues, una Iglesia que hable con «el sabor de la vida». El camino sinodal ha ayudado a la comunidad a adoptar un estilo comunicativo alejado de la «réplica» imperante, en la que toda afirmación pasa desapercibida porque ya está lista para ser replicada. Por el contrario, la «escucha auténtica» interrumpe, cuestiona, a veces «incluso hiere», pero siempre lo hace de forma activa, abriendo, a la larga, una conversación más fructífera.
Rechazar esta visión significa reducir las palabras a «armas», precisamente en el momento histórico en que el Papa Francisco nos invita a estar «desarmados, ante todo en el corazón, antes que en las palabras». La polarización, los debates ideologizados, «donde cada uno habla para hacer prevalecer su propia idea», deben ser sustituidos por espacios de diálogo donde no haya victoria «de unos sobre otros», sino proyectos e ideas compartidas. Deseos que, para el futuro y la vida cotidiana, no pueden prescindir de una verdadera «educación a la escucha» para un mundo «más necesitado que nunca de palabras que generen esperanza y vida».
Superar la «cultura del silencio»
La actriz Stefania Bogo fue la encargada de leer pasajes de la reciente encíclica del Papa Francisco, Dilexit nos, y de El atractivo del mundo moderno, de Chiara Lubich, para acompañar un seminario web internacional, en el que participó, desde Hungría, Pál Tóth, profesor emérito del Instituto Universitario Sophia. La Iglesia local sigue anclada con demasiada frecuencia en la llamada «cultura del silencio», una actitud que contrasta con el valor de la comunicación y conduce al silencio «por miedo a perturbar alguna armonía, tal vez falsa».
Tóth abogó entonces por una difusión sinodal enraizada en la comunidad, abierta al encuentro y a la «relación activa» con los hechos que le conciernen, superando las «burbujas», las nuevas y cerradas formas de agregación social. Muriel Fleury y Beatrice Binaghi, respectivamente responsable de comunicación y encargada de medios sociales en el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, reflexionaron sobre el ritmo «frenético» de la información hoy en día y la necesidad de crear vínculos duraderos entre las «historias de los que sufren» y el resto del mundo.
En este sentido, se citó el ejemplo de una reunión celebrada en Panamá, organizada por el Dicasterio con los obispos fronterizos, responsables de la pastoral migratoria de quienes cruzan diariamente el Darién, la región que separa Panamá de Colombia. Este momento de confrontación permitió a los obispos empezar a trabajar juntos, después de años de trabajar de forma independiente.
«El espacio publicitario de Dios»
Paolo Balduzzi, corresponsal del programa A sua immagine, definió el programa como «sinodal», destacando que las historias contadas nacen del diálogo compartido con toda la redacción y son fruto de «diálogos corales». Cada entrevista, de hecho, se desarrolla a través de una «relación personal más estrecha» con el interlocutor.
Un ejemplo significativo, recordado con emoción y documentado por Balduzzi, fue el de los padres de una joven maestra de esquí de Sestriere, que murió repentinamente con sólo 28 años, intentando sacar adelante su negocio. De los WLSpaces a las nuevas plataformas, la historia de Mariella Matera narra el viaje de una comunicadora fascinada por la idea de un mundo «sin fronteras», posible gracias a la llegada de Internet.
Desde el 2019 es protagoniza de Alumera, un espacio de evangelización social. ¿Su misión? «Llevar la luz del Evangelio a la red». En un mundo dominado por influencers, embajadores y comunidades, los cristianos pueden ser portadores de luz, convirtiéndose ellos mismos en «espacios publicitarios de Dios en el mundo». Por último, Ana Tano, responsable de comunicación del Proyecto Mundo Unido-NetOne Argentina, contó la experiencia del Genfest, el evento juvenil del Movimiento de los Focolares con el tema Together to Care.
Entre intercambios culturales, arte y talleres, el objetivo era reconocer la comunicación como herramienta para cuidar «la vida de uno mismo, de los demás y del planeta». Un mensaje que subrayaba la diferencia entre estar simplemente «conectados» y estar verdaderamente «unidos».