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Celebrarán al Divino Salvador del Mundo el sábado 10 de agosto

Fieles llevan en sus hombros la imagen del Divino Salvador del Mundo en la cripta de la basílica. Foto/MV/archivo

Los salvadoreños de las diferentes parroquias de la Arquidiócesis Católica Romana de Washington festejarán el sábado 10 de agosto la ‘bajada’ del Divino Salvador del Mundo, que recuerda la transfiguración de Cristo en el monte Tabor.

Este año la procesión y misa estará presidida por el obispo Evelio Menjívar, la misa tendrá lugar en la cripta de la Basílica del Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción

La procesión se iniciará a las 5:00PM en la puerta principal del templo y los fieles acompañarán la imagen religiosa hasta la cripta de la basílica. El inicio de la misa está programado para las 5:30PM. El Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción (400 de la avenida Michigan, en el noreste de Washington, DC).

Al concluir el servicio religioso todos los presentes están invitados a participar de una recepción en los exteriores de la Basílica.

Para más información comunicarse con el Comité Arquidiocesano de El Salvador del Mundo al (202)905-6437 o la Oficina de Diversidad Cultural y Enlace al (301)853-5335 (culturaldiversity@adw.org).

Orgullo salvadoreño

El combate contra las pandillas, el fortalecimiento de la economía y las mejoras en seguridad ciudadana han potencializado el sentimiento de amor a la patria de los salvadoreños, en especial aquellos que viven lejos de sus fronteras. En la Arquidiócesis Católica Romana de Washington la celebración del Divino Salvador del Mundo es el punto de unión de una comunidad ejemplar y trabajadora, lo cual se puede comprobar en las misas y procesiones que se celebran en las parroquias con alta población hispana.

José Montero, originario de Morazán, se define como una persona religiosa, amante del trabajo y comprometido con su familia: “Ser salvadoreño significa ser guerrero, emprendedor dispuesto a dar la vida si es necesario por sus seres queridos. Por eso, todos los años en agosto le dedicamos un tiempo especial para dar gracias al Divino Salvador del Mundo, porque a pesar de la distancia y el tiempo uno jamás se aleja de la tierra donde le tocó nacer”.

Para Bertha Simón, natural de San Miguel, ser salvadoreña es un orgullo y una bendición, porque el ejemplo positivo de sus compatriotas le ha servido para salir adelante en este país: “Haber nacido en el ‘pulgarcito’ de América es una bendición. Desde pequeña aprendí a trabajar con honradez y luchar todos los días con fe por un futuro mejor y eso lo he logrado en Estados Unidos. Ahora tengo dos hijas profesionales que son un ejemplo de progreso para la comunidad”.

Para Sandra Montero (La Unión), el Divino Salvador del Mundo significa para los salvadoreños fe, esperanza, unión, trabajo y patriotismo: “Vivo doce años en Estados Unidos, aquí me ha pasado de todo, he trabajado sin descanso y jamás perdí la fe en mi Dios. Mi familia está estable y siempre ayudamos a los familiares que viven en El Salvador. Siempre queremos ser ejemplo de buenos cristianos”.

Benjamín Monterrosa (Cabañas) considera un honor haber nacido en el único país del mundo que lleva el nombre de nuestro salvador Jesucristo, por eso somos humildes, pequeños e intensos al demostrar nuestra fe: “Nosotros damos gracias a nuestro Dios Todopoderoso porque siempre enfrentamos la adversidad con optimismo, somos solidarios con nuestros hermanos compatriotas fuera y dentro del país”, anotó.

Breve historia

La celebración del Divino Salvador del Mundo se inició el quinto día de agosto del año 1528 -como el día en que se celebrará la Transfiguración- en un pequeño poblado situado al sur de la actual ciudad de Suchitoto, donde fue asentada la villa española de San Salvador. La misma había sido fundada tres años antes por Pedro de Alvarado y puesta bajo la advocación divina de la Santísima Trinidad.

En ese entonces, frente a un pequeño grupo de moradores, ibéricos e indígenas, el cura Francisco Ximénez ofició una misa a campo abierto, para conmemorar la Transfiguración de Jesucristo en el Monte Tabor. La ocasión fue narrada en los escritos neotestamentarios de la Biblia, cuando los discípulos del carpintero galileo tuvieron oportunidad de verlo rodeado de luz, acompañado por Elías y Moisés, en una demostración plena de su vinculación terrestre y celestial.

Se trata de una ceremonia sencilla, envuelta entre los cánticos y rezos de la gente, el humear de las velas, el olor a inciensos y perfumes, el tañido de una campana y la explosión de cohetes en lo alto de los cielos. De esta manera, se cumplen a cabalidad con las disposiciones establecida en 1457 por Su Santidad Calixto III, quien ordenó que la Transfiguración fuera celebrada con solemnidad cristiana el seis de agosto de cada año hasta el fin de los tiempos.

Antes y después de la pandemia del covid-19, una réplica de la imagen que está en San Salvador sale cada año en procesión por las inmediaciones de la Basílica Nacional de la Inmaculada Concepción de Washington celebrando al igual que en San Salvador la transfiguración de Nuestro Señor.



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