«El estado actual de los asuntos mundiales es motivo de grave preocupación» y representa una amenaza de “destrucción irreversible” para “la humanidad y nuestra casa común”.
El cardenal secretario de Estado de la Santa Sede, Pietro Parolin, intervino durante la sesión plenaria de la reunión de alto nivel celebrada en las Naciones Unidas, en Nueva York, el jueves 26 de septiembre, en conmemoración del Día internacional para la eliminación total de las armas nucleares.
Una segunda declaración trataba de las «intervenciones políticas» y las «acciones oportunas» necesarias para combatir la «resistencia a los antimicrobianos» y sus «consecuencias potencialmente devastadoras».
Contra los arsenales disuasorios
«El alarmante aumento del riesgo de un conflicto nuclear, la incesante carrera armamentística» y “una serie de inquietantes amenazas” son, según Parolin, fuente de arriesgadas “tensiones” a nivel mundial, culpables de aumentar “el riesgo de uso deliberado o accidental de armas nucleares”.
En este sentido, «la única manera» de conjurar este peligro es su «eliminación total». Recogiendo un concepto expresado en repetidas ocasiones por el Papa Francisco, el secretario de Estado consideró «deplorables» las prácticas mediante las cuales «los Estados refuerzan sus arsenales nucleares con recursos que podrían emplearse más eficazmente para atender necesidades urgentes de desarrollo».
Parolin, por su parte, calificó de «preocupante» la dotación de armas nucleares como «elemento de disuasión», evitando el cumplimiento de «las obligaciones derivadas del artículo VI del Tratado de no proliferación nuclear (TNP)».
Evitar planteamientos miopes
Citando a Francisco, el secretario de Estado recordó cómo «un mundo libre de armas nucleares» es «necesario y posible» y cómo la «comunidad internacional» está llamada a ir «más allá de la disuasión» adoptando «estrategias con visión de futuro para promover los objetivos de paz y estabilidad, evitando enfoques miopes».
Por ello, la Santa Sede animó a las naciones a someterse al Tratado sobre la prohibición de las armas nucleares, (TPNW), establecido por la ONU en julio de 2017, así como a renovar otras medidas encaminadas al desarme, «como la revitalización de los procesos bilaterales de control de armas» o «la entrada en vigor del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBT)».
La «confianza mutua», según Parolin, es la base de un mundo desnuclearizado. Un compromiso que la Santa Sede promete perseguir tendiendo «puentes de diálogo con todos los Estados», con «el objetivo de salvaguardar el bien común más que los intereses individuales».
Ecología integral para combatir la resistencia microbiótica
Durante una segunda reunión de alto nivel celebrada el jueves 26 de septiembre en Nueva York, Parolin habló sobre el tema de la resistencia microbiótica, es decir, la capacidad de un microorganismo para sobrevivir y proliferar a pesar de la intervención de un agente antimicrobiano teóricamente capaz de inhibirlo.
Un proceso que, según datos recogidos por la Unión Europea, causa más de 35.000 muertes al año en el Viejo Continente. La respuesta a esta lacra, según el secretario de Estado, debe implicar a numerosos sectores, no sólo a la «medicina», sino también a los que conciernen al mundo «animal» y se relacionan con el «medio ambiente», reflejando el concepto expresado por el Papa Francisco en su encíclica Laudato Si', donde se aboga por la puesta en marcha de una «ecología integral».
Luchar por un mundo que no descarte a los enfermos
En la lucha contra las resistencias microbióticas, «la prevención de las enfermedades infecciosas», «el desarrollo de vacunas» y «la promoción de prácticas higiénicas» son definidos como factores «fundamentales» por Parolin, quien recordó que muchas comunidades no tienen acceso a los servicios sanitarios básicos, pero tampoco a iniciativas de apoyo, como la lanzada en el 2020 por el Dicasterio para el desarrollo humano integral destinada a «mejorar las condiciones higiénicas de los establecimientos sanitarios en África, Asia y el Caribe».
El secretario de Estado se hizo eco del llamamiento del Papa a redoblar los esfuerzos para superar las desigualdades en la atención médica. «La salud no es un lujo – concluyó Parolin – un mundo que descarta a los enfermos, que no ayuda a los que no pueden permitirse la asistencia, es un mundo cínico y sin futuro».