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Aprendiendo a envejecer con gracia

Aprendiendo a envejecer con gracia es un don que no todos tienen. Aunque no siempre lo conectan con la conducta personal, todos, de algún modo u otro, viven la experiencia. Y eso es normal, aunque no se entienda o acepte. Se envejece sin estar conscientes. Madurar es otra cosa. Se logra madurar, o sea tomar conciencia de sí mismo a través de un empeño continuo de vivir alerta y abierto a las exigencias del momento. Foto/EFE

El ser humano tiene dos necesidades fundamentales: la primera, el amar y ser amado y la segunda, el querer vivir y vivir para siempre. Todas sus muchas otras necesidades se pueden reducir y conectar a estas dos. Dependiendo de su carácter, su temperamento y personalidad se puede notar cómo cada cual maneja ese proceso de envejecimiento. La inmadurez se demuestra muchas veces a través de una actitud de negación. O sea, la no aceptación de un hecho y experiencia inevitable. ¡El ser humano envejece, lo desee o no! Es notable cuando alguien muestra una actitud negativa. Se nota en los comportamientos que son inapropiados y/o hasta ridículos. Otros, a modo jocoso, se pasan bromeando sobre ‘aquellos tiempos pasados’ y el ya muy familiar, ‘mírenme ahora’. El deseo es tratar de resaltar que a ‘esta edad, me conservo muy bien’. ¡Síntomas en verdad, del proceso!

Aprendiendo a envejecer con gracia es un don que no todos tienen. Aunque no siempre lo conectan con la conducta personal, todos, de algún modo u otro, viven la experiencia. Y eso es normal, aunque no se entienda o acepte. Se envejece sin estar conscientes. Madurar es otra cosa. Se logra madurar, o sea tomar conciencia de sí mismo a través de un empeño continuo de vivir alerta y abierto a las exigencias del momento. El orgullo es uno de los obstáculos más notables a este proceso. Pero, mientras prevalezca una actitud de apertura, hay esperanza. Y es que una vez el individuo se da cuenta de lo que está ocurriendo, actúa con mayor sensatez. En la vida de familia y la vida comunitaria, incidentes de lo que es aceptable o no, salen a relucir. En tiempos pasados, y en el contexto de la vida religiosa, el ‘capítulo de faltas’ se practicaba como algo saludable para toda la comunidad local. ‘Saludable’ si lo que se buscaba era mayor armonía y concordia entre los componentes del grupo. La práctica cayó en desuso y poco a poco fue desapareciendo. Hoy por hoy, muy pocos todavía lo hacen. Todo depende de cómo el superior local decide manejar el espíritu de la comunidad. ‘Son tiempos muy distintos’, se comenta. Se busca crear un espíritu de fraternidad, donde el diálogo prevalezca por encima de la pasividad. Claro, todo es decisión del encargado del grupo y cómo él, personalmente, decide guiarlo.

En los Estados Unidos y como parte de la cultura, el país en general vive con mayor conciencia de esa ‘etapa de oro’. Se crean lugares donde los ancianos y envejecientes pueden reunirse para compartir recreándose en distintas actividades. Se les ofrece entretenimiento como, juegos de mesa, camaradería en diálogos y ejercicios físicos para mantener el cuerpo activo y más ágil. La idea principal es evitar el peligro de la soledad y el aburrimiento, que llevan tantas veces a la depresión. En algunos lugares con frecuencia traen de visita a niños pequeños o mascotas que tanto alegran esa etapa de la vida. Ofrecen viajes a lugares históricos y panorámicos. La idea es mantener ‘la mente ocupada, sana en cuerpo sano’.

Es notable que en esa cultura también, se les motive a aprender artes manuales. Ocasionalmente, se programan exhibiciones donde los partícipes muestran gran orgullo y satisfacción por sus logros. Un contraste cultural, no siempre tomado en cuenta, es lo común de asilar a los familiares ancianos en lugares de cuido y atención especial. Los hispanos, en general, no aceptan esa práctica. Frecuente es la incidencia de abuelitos y/o parientes que se quedan viviendo con los hijos. Son los que usualmente, cuidan de los nietos, sin necesidad de registrarlos en alguna guardería. Otra experiencia común entre los hispanos es el sacrificio que hace una hija mayor de no casarse para poder seguir cuidando de sus padres envejecientes. ¡Y eso con gran dedicación y entrega!

Cada vez más, los estilos de vida familiar son influenciados por los medios de comunicación. La televisión y el cine impactan y cambian modalidades de la tradición. La movilidad e intercambio entre norte y sur es uno de los factores de mayor influencia en el cambio de la cultura hispana. Un ejemplo dramático es como el norte impone la moda y nuevos estilos en el vestir y en la conducta. Los jóvenes muchas veces acusan a sus padres de ser ‘old fashion’, cuando como jóvenes al fin, no se les permite vestir, actuar y compartir con sus amistades ‘a la moderna’. Muchos son los momentos de enfado y molestia entre ellos por esa razón.

Es interesante que para nuestro pueblo hispano ‘los abuelitos’ son figuras sagradas y respetadas. Usualmente, la abuelita sobrevive más años que el abuelo y se convierte en una gran ayuda para la familia. En toda honestidad, la mamá del esposo no siempre es figura grata en la familia. Se desarrollan tensiones de ‘autoridad’ cuando la esposa se siente algo ‘sometida’ a la voluntad de la abuela. Múltiples y variados son los malos ratos que se viven en esa situación. Envejecer con gracia, se logra cuando se aceptan las limitaciones e inconveniencias normales del proceso de decadencia. El diálogo entre los cónyuges, compartiendo tensiones y malentendidos, son no solo recomendables pero necesarios para la continua armonía y felicidad del matrimonio.



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